domingo, 1 de marzo de 2009

En la mágica selva

por Dr. Rocktor Alegría

Y en la regadera... intenté, traté, busqué por todas partes alguna mala experiencia, algún malsabor, un error, ALGO que pudiera dejar ahí... pero no la encontré. Simplemente ese día nos salió todo bien.

El día comenzó cuando nos vimos en el parque Juárez para comer todos juntos, ahí mientras esperábamos, tuvimos la oportunidad de conocer y convivir con dos jóvenes MUY talentosos, Homero y Cuau, que estudian la Licenciatura en Circo y que nos invitaron a practicar nuestros malabares con ellos.

El momento de jugar había llegado, estabamos Dr. Naso Rosso, Dra. Yayis Sasirnos, Dra. Coqueta Croqueta y un servidor caracterizándonos y disfrazándonos, pues el día de hoy la visita era temática y el motivo era muy atractivo: LA SELVA.

Yayis Sasirnos vistió un graciosísimo disfraz de changuita, Naso Rosso decoró su bata blanca a manera de verse como una cebra y Coqueta Croqueta como conejito... mala elección de disfraz, sobre todo cuando el cuarto compañero se viste de TIGRE! En la sala de espera se desató un juego muy divertido mientras acechaba y cazaba a la conejita que trataba de escapar de entre mis garras escondiéndose atrás de la gente o corriendo alrededor de las bancas; cuando se me perdía de vista preguntaba a los ahí presentes y hubo quien la protegía dándome pistas falsas, así como también los que la delataban, pero los más chistosos fueron los que me ofrecían su conejo del brazo para que no me comiera a la Dra. Coqueta!

Más tarde un camillero nos dio la oportunidad de conducir un carruaje real, en éste llevábamos a una reina muy importante que acababa de dar a luz al príncipe y lo llevaba en sus brazos, así que para la ocasión la cebra se comportó como el caballo que tiraba del carro y el tigre se volvió el cochero que la llevaron hasta el cuarto del castillo que le correspondía.

Después de eso, la changuita y el tigre se divirtieron bastante curando al papá de una niña, lo curaban del espanto y cuando se acabó la venda que usaban le regalaron el centro, que era un valiosísimo Totopo para que cuando la niña quisiera volver a jugar nos llamara.

Habrá miles de recuerdos de esta visita, pero lo que más me gustó fue la satisfacción que nunca había tenido antes de jugar con cada uno de mis hermanos narizones.

P.D. ¿Saben cuál es el verdadero nombre del "Tigre Toño"?...
Antonio

Naso Rosso tenía la bata llena de rayas, pero mientras nos íbamos las regaló
todas a sus pobres colegas que eran cebras albinas.


GRRRRRRRRRiquísimas!

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